viernes, noviembre 24, 2006

GENERACIÓN OCHENTA: SEMINARIO



SEMINARIO:
GENERACIÓN OCHENTA





Estimados amigos y amigas:

En la actualidad existen un grupo de sitios web, que toman la palabra de la generación de los ochenta, desde distintos puntos del país. A partir de esta situación surge la idea de convocar a un seminario de la generación, convocado por las revistas virtuales y sitios web que hoy están gestionando las relaciones entre los miembros por Internet. Esto es algo que nos llena de alegría, y tengo que decir que los estábamos esperando.[1


A continuación, una visión acerca de lo que queremos que ocurra en dicho encuentro:

CONCEPTOS Y SENTIMIENTOS

Sólo las personas hacemos la diferencia

Creemos que en la sociedad humana, hay personas que hacen la diferencia y creemos lo mismo de las generaciones. Esta generación está llamada a hacer la diferencia.

En tal sentido, los editores del Ciberokupa, aportamos una breve sistematización de nuestra experiencia como articuladores de la comunidad de la Universidad Católica, desde diciembre de 1999 a la fecha. Durante todo este tiempo, hemos tenido la oportunidad de conversar con muchos compañeras y compañeros, y nos sorprende la cantidad y calidad de los proyectos que ellos y ellas han gestado, la mayoría de estas acciones se inscriben dentro de la experiencia profesional, sin embargo, se destacan porque los proyectos tienen un claro sentido social y político, al nivel de la intrahistoria.

Vamos a poner algunos ejemplos:

Patricia Requena, actriz y animadora cultural, que en tiempos de la dictadura fue parte del Centro de Alumnos de Teatro de la UC, organizó el primer Congreso sobre Cultura realizado en democracia. El producto de esto fue un libro que recoge la diversidad cultural del país. Ahí está el libro, y ahí está esperando el segundo congreso.

Pamela Callejas, abogada, parte de la G-80 de la UC, ha trabajado durante años en la Comisión Defensora Ciudadana intentando que el Congreso Nacional apruebe el Defensor del Pueblo, que hoy es apenas una comisión que depende de la Presidencia de la República. El Defensor Ciudadano apenas tiene una página web, gestionada por 5 abogados que se hacen cargo de la defensa de los ciudadanos frente a los abusos de los funcionarios del Estado.

Martín Correa, historiador, ha trabajado junto al pueblo mapuche en múltiples ocasiones, publicó junto a Raúl Molina y Nancy Yánez La Reforma Agraria y las Tierras Mapuches. Chile 1962-1975. Edición:1ª, Año: 2005, Editorial: LOM. En donde hace un examen histórico, territorial y jurídico, desarrollado en tres temas: "La constitución de la Propiedad Agraria en la Araucanía", que analiza la ocupación del territorio mapuche por el Estado de Chile y la consiguiente colonización y reducción territorial mapuche; "La Reforma Agraria en la Araucanía", que plantea las particularidades que la expropiación y adjudicación de tierras tienen en las provincias de Malleco y Cautín, en la década de 1960 y "La Contra Reforma Agraria", que aborda la pérdida de las tierras recuperadas y de los bienes de las comunidades, y la revancha, persecución, represión y muerte que se desata luego del Golpe de Estado.

Como ven ustedes, en la misma historia en donde Jerko Ljuvetic es Ministro del Trabajo, o Esteban Valenzuela, diputado por la VI Región, -que, dicho de paso, se han ganado con gran trabajo dichas posiciones- co-existen otros proyectos que demandan tiempo y dedicación y que no necesariamente son acciones de “Estado” si no demandas sentidas por las diversas comunidades que conforman este país.

La generación de los ochenta es muchísimo más que una concertación de partidos políticos

Nuestra conversación con la generación nos hace sentir y pensar que la generación es mucho más que el “pueblo concertacionista” o el “juntos podemos más” o “la patria que nace”. Esta generación se conformó y creció en la diversidad y en la adversidad, ello porque ser opositor al régimen de Pinochet en los ochenta, no sólo era una audacia sino que podía costarle la vida a una persona, como efectivamente ocurrió. Todos y todas tuvimos miedo, sin embargo, supimos apoyarnos en el brazo del compañero y la compañera para sentir que no estábamos solos en el mundo.

Parece una obviedad, mas en la biografía individual de las personas estas experiencias son escasas, y sólo ocurren en situaciones extraordinarias. Nosotros y nosotras vivimos una experiencia extraordinaria, ya que hubo momentos en que nos sentimos formando parte de un cuerpo inmenso, en fuimos un solo ser junto a aquellos hermanos y hermanas que elegimos para vivir o para morir si hubiese llegado el momento.

Hay un fuerte nexo entre todos nosotros, un vínculo que no se ha roto con los años, es más pareciera ser que se ha acrecentado con la nostalgia, porque la vida en la actualidad está marcada por el pragmatismo y la oportunidad. Debemos decir que nos sentimos avergonzados al ver la noticias sobre la corrupción en Instituciones del Estado, dirigidas por compañeros de nuestra coalición -lo digo por aquellos que somos Concertacionistas – y este presente contrasta con aquel antiguo pasado en donde los estudiantes de las distintas universidades entregábamos nuestro tiempo gratuitamente a las distintas actividades que permitían conservar nuestra identidad como sociedad civil.

¿Cuántos de nosotros y nosotras no hicimos talleres para los pobladores? ¿Cuántos no experimentamos la educación popular? ¿Cuántos actuaron en obras escritas por nosotros y nosotras mismas? ¿Cuántos no albergaron en su casa a un amigo o amiga por días y días?

Era otra época, era una época de adversidad y solidaridad, de amor y odio, de pasiones extremas, mas también en donde había que ser valiente para hacer planes, para soñar en con un mañana mejor, había que tener coraje para levantar un hogar y tener hijos e hijas, había que tener mucho amor para darse a sí mismo.

La buena vida que nos entregó la Concertación

Cuando llegó la democracia y con ella, la Concertación de Partidos por la Democracia, la generación andaba por los 30, habíamos luchado reciamente, con suerte habíamos terminado nuestro programa de estudios y nos habíamos graduado, decimos con suerte porque algunos fueron expulsados, otros partieron al exilio y otros fueron asesinados. Mas la mayoría sobrevivimos y nos graduamos.

Estábamos en democracia y era tiempo de construir y de perdonar. Era tiempo para criar a los niños y niñas, para hacer familia, para contar historias, para proyectarse al futuro, para hacer carrera. Ocurría además, que la generación de la UP, estaba ansiosa de retomar su lugar en la vida pública y política, tenían cosas pendientes que arreglar.

Entonces, comenzó una nueva vida, nos convertimos en una nación desarrollada, pujante, con oportunidades de negocios, con salud y educación para todos y todas. Y por supuesto, que la nueva coalición aportó una buena cuota de trabajo y creatividad para esta construcción.

Muchos de nosotros y nosotras en la actualidad somos profesionales con una extensa carrera a nuestro haber, somos dueños de un capital social y cultural importante, producto de nuestro estudio y trabajo. Por otra parte tenemos hijos mayores ya, bien educados y bien alimentados. Muchos y muchas somos profesionales de primera generación y nuestros hijos de la segunda generación, dado que nacieron con un piso social y cultural distinto al nuestro.

Mas algo pasó en el camino, muchos y muchas nos perdimos, el sentido se perdió y el mundo político y la farándula comenzó a inundar nuestros hogares con una historia que no es la nuestra, con personalidades cuyas vidas no nos interesan, con intereses que no son los nuestros, con mentiras y engaños. Y en el mundo del trabajo, con la institucionalidad del bandido, porque “esto se hace así y siempre se ha hecho así”, entonces los profesionales hechos a imagen del trabajo y el conocimiento, comenzaron a ser reemplazados por los “clientes políticos” de los partidos de la Concertación, mas como nosotros votamos por la Concertación seguimos las grandes directrices de nuestro gobierno y continuamos luchando con nuestros adversarios de siempre: la derecha. Pero no son los operadores de la derecha quienes instalan a su clientela política en las instituciones públicas, o en las universidades o en las ONGs, son los operadores de la Concertación, de nuestra Concertación.

Entonces, pese a que hemos llevado una buena vida, algo molesta, quizás la misma injusticia de tiempos de la dictadura, quizás la misma violencia que ejercían los funcionarios del Estado contra la ciudadanía, sólo que hoy la injusticia y la violencia son más sutiles, más soterradas, aparecen disfrazadas de “Concurso Público” de profesionalización de la administración pública, etc. Queremos decir también, que en la administración pública, quienes hacen el trabajo día a día no tienen que ver con estos contubernios, hay miles de profesionales que hacen su trabajo lo mejor posible, con pasión y dedicación, y no es justo que unos pocos privilegiados enloden lo que ha costado tanto construir.

Hay mucho que hacer

Finalmente, queremos decir que hay mucho por hacer. Los programas sociales del gobierno, llenan unas necesidades, mas hay una cantidad significativa de temas que no son abordados por el gobierno dado que no son rentables para su Política de Estado.

Queremos decir que todos los programas del gobierno son necesarios para enfrentar los problemas de la gente, sobre todo los más pobres, pero queremos decir que como clase media nos sentimos abandonados a nuestra suerte, sin organizaciones que nos representen, sin agrupaciones que nos permitan disentir de la política de nuestro propio gobierno, la Concertación nos puso una mordaza durante años, según ella, para cuidar la democracia, mientras tanto las expresiones democráticas al interior de las empresas, de las instituciones públicas e incluso de la ONGs iban desapareciendo, en pos de un régimen de líderes funcionales y pragmáticos.

En el mundo intelectual, los premios nacionales son sordos y sordas, les gusta cómo suena su canto y, no logran explicarse aún cómo la educación chilena está en crisis o las pequeñas empresas no logran despegar. Hay que decir al respecto que cuando fue su tiempo hicieron grandes cosas, que hoy son la base de nuestro desarrollo, pero no hay que tapar el camino para que otros no lo puedan transitar porque eso es egoísmo y creemos que estos señores y señoras son muy soberbios y egoístas, y eso finalmente se traduce en maldad social.

Por eso es tiempo de que esta generación diga lo que tiene que decir y haga lo que tiene que hacer y punto.

Como ven hay mucho que hacer, necesitamos un segundo Congreso de la Cultura y la Educación, necesitamos un Defensor del Pueblo, necesitamos difundir la historia de las minorías para que todos seamos iguales ante la justicia y la ley, necesitamos que los poetas y los escritores tengan espacios para que la gente conozca sus creaciones, necesitamos que los actores lleven las obras a las poblaciones y a los campos, necesitamos que las PYMES crezcan y pasen a ser grandes empresas, necesitamos que los ingenieros vayan a hacer clases a las escuelas para que los niños y niñas conozcan de verdad el mundo del trabajo.

Sin duda, hay mucho que hacer, esperamos que este seminario sea un primer paso que nos ponga en la senda de la ejecución de las grandes obras sociales que esperan de nuestra participación.

Editores Ciberokupa

G-80 de la Universidad Católica de Chile

www.ciberokupa.cl


[1] Universidad de Chile: http://corporacionculturalacu.blogspot.com
Universidad de La Serena: http://generacion80uls.blogspot.com
Universidad Católica: www.ciberokupa.cl
Movimiento Generación 80: www.generacion80.cl
Blog de Teo Valenzuela: http://estebanvalenzuela.cl
Colectivo 19 de Noviembre - Valparaíso: http://www.19noviembre.cl




jueves, noviembre 09, 2006

Proyecto El Paraíso en Honduras
























Proyecto El Paraíso PROEPA en Honduras

Lo que se puede apreciar en las imágenes son las actividades del Taller: Gestionando la Comunidad Escolar, realizado por maestros, padres de familia y jóvenes, quienes trabajaron juntos para diseñar las actividades del Plan Operativo Anual de la Escuela de Galeras, desarrollado en Oropolí y Güinope, Departamento de El Paraíso, Honduras.

Esto en el marco del Proyecto El Paraíso PROEPA, gestionado por un equipo de maestros de Japón y de Honduras. Esta actividad fue desarrollada para fortalecer la relación entre la escuela y la comunidad.

El Proyecto Da Vinci, participa en dichas actividades gracias al Programa de Cooperación Bilateral entre Chile y Japón.Posted by Picasa

viernes, noviembre 03, 2006

Cercano a los cincuenta

Hoy es un día como cualquier otro:

Quiero expresar un deseo: deseo que mis compañeros y compañeras aprendan a usar los blogs para poder conversar de nuestra cotidianeidad, de cómo nos insertamos en la vida luego de que llegó la democracia al continente... hay tantas cosas que quisiera saber: sus hijos e hijas son como los míos?

A veces cuando leo a algunos compañeros y compañeras, que todavía hablan desde una ideología que cada día queda más atrás en el pasado, una ideología que tuvo su oportunidad de quedarse en la humanidad y que sin embargo se retira dejando atrás millones de muertos, que fue el precio que todos pagamos por la libertad y por enfrentar la lucha de clases en todo el mundo.

Sin embargo, mi corazón me hace recordar otros momentos de la vida, en donde yo mismo me jugué la vida por esa misma ideología, porque en ese entonces era más que un discurso, eran las palabras que nos llevaban hacia el anhelo de todos y todas: vivir dignamente en libertad.

Hoy, ya estoy cercado a los cincuenta años de vida, mi cuerpo ha cambiado, mi alma ha envejecido, he visto el mundo que estaba más allá de la puerta de mi casa, y los hombres y las mujeres somos parecidos en todas partes, parece que a todos nos dieron la misma alma, el mismo corazón, la misma razón... es lo que hacemos con todo esto es lo que hace la diferencia.

Hoy, quiero decir que he tenido una buena vida, que creo que he sido fiel a los sueños de mi infancia, quiero decir que creo en Dios, en las personas de buena voluntad, que odio a los mentirosos, a los traidores, a los sinvergüenzas... a todos ellos y ellas les digo que tengan cuidado porque si nos encontramos nos miraremos como en un espejo... probablemente yo encontraré mi lado oscuro mas ustedes encontrarán lo que hay de bueno muy dentro de cada uno...

En ese momento veremos si alcanzamos la luz o la oscuridad...

Cotidianeidad








viernes, julio 21, 2006

Acerca del poema "La Montaña"

Gastón Soublette A.


A juzgar por el título de este libro, pareciera que su autor se está comparando a una montaña, como quien tiene una elevada (inflada) idea de sí mismo. De ser así, Julio César Ibarra vendría a ser eso que se suele llamar un “sobrado”. Pero él que escribe este prólogo conoce bien al susodicho y entiende que esta revelación que él hace de su montaña interior no tiene nada que ver con la impostura de quien se recomienda a sí mismo para parecer mejor de lo que es. De mis conversaciones con este hombre entiendo que para él, como también para mí, todos tenemos una montaña dentro, sólo que no son muchos los que se dan por enterado de ello. Todos tenemos una base afincada a la madre tierra y una cumbre aguzada que se aproxima al cielo, y también por supuesto, una pendiente o cuesta que escalar en el lapso de una vida.

Nuestro deber es hacer que eso se vuelva consciente, de manera que el imperativo de escalar nuestra cuesta interior se nos imponga cada vez con mayor claridad. En este sentido debemos reconocer entonces que el título de la obra está muy bien puesto, porque es un fiel reflejo del itinerario ascendente de Julio César Ibarra, esforzándose por entender la vida siempre desde una mayor altura, hasta llegar a ser un “hombre”.

“La Montaña” es un libro-documento, y en ese sentido debe ser considerado como un valioso testimonio de la experiencia vivida en la sociedad chilena durante los últimos veinte años. Esos veinte años que han dado tanto que hablar a los chilenos, porque son innumerables los testimonios escritos que nos han quedado de ese período, y que aún se siguen escribiendo. La mayor parte de ellos, no obstante, son testimonios alineados, motivados por determinadas tendencias ideológicas que procesan los hechos acaecidos conforme a una estructura preestablecida de pensamiento, consciente o inconscientemente. Pocos, o mejor dicho ninguno de los que han salido a la luz pública son reales testimonios, en el sentido que tras ellos no se percibe la presencia de un ser humano que libremente, y a partir de sí mismo busca la verdad no sólo en los hechos ocurridos en el escenario político, sino en lo que le ocurrió a él como persona que evoluciona y en todos los aspectos de su vida. Por eso lo que le ha ocurrido al autor como ser consciente en constante mutación, es la referencia suprema que le permite acceder a lo que en lo hondo de su humanidad le ha ocurrido a otros. Por eso este libro-documento no está dirigido a los políticos ni a los historiadores, sino que responde a una pregunta fundamental que, al parecer, nunca ha estado en la mira de esos señores: ¿Qué pasó con la vida mientras en este país se instalaba en el poder, la arbitrariedad, la injusticia y la violencia, y todos nos alineábamos en uno u otro bando?

Recuerdo haberle oído decir a Julio César que él se definía como un combatiente. Y ciertamente lo fue entonces, pero su estrategia combativa no era sólo combate, había en él una preocupación porque ese combate fuese enriquecido con una actitud poética mediante textos inspirados que debían ser leídos frente al adversario, como invitándolo a percibir una dimensión humana inédita en el conflicto mismo. Y eso es parte importante del texto que ahora nos entrega. Porque ocurre que no todo combatiente está capacitado para tomar distancia ante el escenario en que le toca actuar como para reflexionar sobre él con la profundidad con que Julio César lo ha hecho en este libro. Por eso, el hecho de que él se haya alineado ocasionalmente en alguna posición determinada en esos tiempos, para quienes le conocemos, carece de importancia. Ayer, hoy y siempre, y por sobre actitudes de uno u otro carácter, Julio César se ha movido en la vida en función de esa inquietud fundamental suya. Para decirlo con todas sus letras, a él lo que le interesa es la vida, y debemos apreciar como lucidez de su parte su constante esfuerzo por depurar su visión de todo elemento distorsionador que pueda desplazar el centro de un interés por el hombre hacia referentes conceptuales propios de la racionalidad mecánica en que se elabora el juicio de valor del hombre contemporáneo.

Por eso su, o sus, militancias de esos años debían rematar finalmente en la fundación de lo que él llamó el “Partido Mágico del Pueblo” nombre en el cual el apelativo de “partido” no va más allá de una concesión, por lo demás irónica, al lenguaje político vigente, porque lo importante ahí son los otros dos conceptos, vale decir, la magia y el pueblo.

El lector podrá apreciar lo que este movimiento fue, en un pasaje medular del libro cuya comprensión, sin embargo, no resulta del todo fácil a cualquier lector. Porque a medida que voy escribiendo este prólogo, comienza a asaltarme la duda acerca de si se ha entendido en toda su dimensión la posición “humana” de este combatiente en los términos con que se ha hecho referencia a ella más atrás. Porque esto de entender el mundo a partir de sí mismo puede ser mal entendido por muchos lectores que juzgan en base a posiciones ideológicas sin advertirlo, y son básicamente incapaces de entender a quien rechaza el rayado de cancha en que inconscientemente se generan nuestros juicios hoy. Por eso destaco como hito revelador del libro ese pasaje en que el autor se pregunta qué puede hacer en la vida ahora quien ha llegado a no creer en la lucha de clases ni en la movilización social, pero sin dejar de ser siempre un hombre de izquierda que visceralmente estará siempre con el pueblo. Julio César sabe que la lucha de clases existe, y también ve la necesidad de la movilización social; pero junto con ver la materialidad de todas esas cosas, ve el vacío de humanidad en que todo lo ideológico se ha movido hasta ahora. Por eso en su enumeración de modelos humanos dignos de ser considerados como signos de orientación, aparecen figuras tan fantasmagóricas como el pintor holandés del siglo XV Jerónimo Bosch, quien convive codo a codo y en una misma superficie blanca con Violeta Parra.

Conviene recordar a este respecto que en aquellos años las “paradas” y “movidas” de este combatiente-poeta le valieron el apelativo de el “mágico” justamente por percibir los aspectos inéditos de las cosas y actuar en consecuencia, lo cual viene a ser como la más íntima sustancia de este libro. En lo que se refiere al pueblo, es necesario aclararlo, por segunda vez: Julio César, no por ser un observador superdotado de la riqueza oculta del mundo, se ha apartado de la comunidad de los hombres. Su actitud en ese sentido es la de quien, sin dejar de ser un hombre especial, de una originalidad a toda prueba, no puede menos que sentirse también, en atención a muchos aspectos de su persona, como uno de tantos, pues está probado por muchos milenios de historia, que son justamente los personajes más singulares que la humanidad ha conocido, los que más conscientes han estado de la igualdad fundamental de todos los hombres.

Las muestras que en este libro da Julio César de haber penetrado en las profundidades del corazón humano ponen de manifiesto en él una capacidad de comprender y de amar que nos sitúa en la pista de lo que podríamos llamar “nuevas recetas para la santidad”. La expresión me fue comunicada por un amigo español (Víctor Ruiz) que desde hace algunos años ha comenzado a trabajar el tema, en el entendido que los parámetros de excelencia humana con que ha calificado de santos a los ascetas de otros tiempos, orantes, piadosos monjes y clérigos, no son adecuados para esta época. Y si con la palabra santo se ha querido caracterizar a un tipo humano que procura mantenerse libre de la perversidad del mundo, eso hoy puede reinterpretarse como la aptitud que algunos tienen de percibir el poder avasallador del sistema para alienar la conciencia de los hombres y reducirlos a su medida, y hallar mediante ese sexto sentido, el camino de su liberación y ayudar a otros a liberarse. De esa aptitud, que es lucidez salvadora, deriva la nueva “receta” para la santidad, la cual parece adecuarse bien a la actitud vital que informa la poesía de Julio César Ibarra, a lo que hay que agregar, por supuesto, su sinceridad, su fidelidad a sí mismo y su amor a los hombres. Con todo esto él está específicamente más cerca del concepto de santidad que se desprende de la persona misma de Jesús, como de tantas otras figuras del santoral tradicional. Y esto se dice para explicar por qué el autor de este libro, después de las grandes crisis personales de que da cuenta su poesía, no podía menos que tener un encuentro inevitable con el Hijo del Hombre, a quien él señala como a su Salvador.

El libro llamado “La Montaña” está formado por textos de formato literario muy diferente pero unidos por un hilo conductor que no es otro sino la persona misma de Julio César Ibarra en evolución. No es una antología de escritos de los últimos veinte años, sino un memorial posterior a las experiencias a las cuales el libro hace referencia. En esas experiencias, la rebeldía y la rabia junto con hacerse presentes, pero decantadas de su aspereza inicial, son trascendidas por un sometimiento libremente elegido del autor a la lucidez de su propia sabiduría.

Literariamente hablando en gran parte se trata de lo que comúnmente se designa con la palabra “antipoesía”, la cual no es sino una forma más de poesía. Por eso es que se puede decir que hay mucha poesía en esta antipoesía, como también la hay en los textos testimoniales en prosa directa, autobiográficos, informativos y otros.

Una lectura ininterrumpida del libro constituye una experiencia emocionante, por la hondura de sentimientos que se percibe en él, por la constante sorpresa que nos sale al paso en los felices hallazgos de la reflexión poética que ellos van enhebrando verso a verso, y por la verdad casi irresistible que en ellos se impone a nuestra conciencia. En lo que se refiere a lo primero, se trata de una manera de decir que resulta en todo congruente con una manera de ser, por lo que no hay en estos textos nada fabricado deliberadamente con el propósito de lograr un efecto solamente literario. En lo que se refiere a lo segundo, se trata de reconocer en esta poesía coloquial al observador de los aspectos inéditos de la realidad, en lo que viene involucrada esa riqueza de visión del mundo que le valió a Julio César el apelativo de el “mágico”, en lo que debemos ver también la mejor substancia de su trabajo poético. Y en lo que se refiere a lo tercero de trata de aceptar y acoger la verdad incuestionable contenida en el testimonio de un hombre que se vivió su existencia al límite que puede alcanzar el compromiso de solidaridad humana cuando se está dispuesto a morir por lo que se cree.

El fruto de esta epopeya personal ha sido por una parte lo que él mismo designa como la muerte del “mágico”, y el nacimiento de un “hombre”.

Pero lo que aquí se designa de ese modo (lo cual no se dice sin una fuerte carga de melancolía y de añoranza), no se refiere sino al fin de un operar de la magia psíquica que se dio sin el respaldo de la madurez viril que después le ha permitido al autor habitar el mundo como un miembro completo de la comunidad, porque esa magia que irrumpe desde dentro para revestir nuestro mundo y el de otros con el aura de lo inédito y maravilloso, si no está compensada con la suficiente dosis de equilibrio humano, puede devenir demencia; y Julio César confiesa haber estado demente: ¡Bendita y salvadora demencia hay que decir!

El autor de esta introducción lo ha visto transitar por todas sus etapas, entrar en sus variados territorios de maniobras, y salir airoso de todos los laberintos en los que lo introdujo su temeridad, y debe confesar que, en referencia a lo que se ha grabado en su memoria en todo ese pasado, la experiencia de leer este testimonio escrito, ha constituido una sorprendente y estremecedora experiencia, por todo lo que un hombre pudo extraer de su propia aventura existencial, guiado sólo por la autonomía de su insobornable conciencia.



NOTA: El sabio de la tribu: Académico; historiador del arte; experto en estética, filosofía oriental y cultura mapuche; musicólogo y compositor formado en Francia y uno de los grandes integradores de la música popular chilena en el ámbito docto (gracias a su decisivo encuentro con Violeta Parra), Gastón Soublette es un compendio de múltiples saberes, que transmite a sus alumnos-discípulos, bajo una cosmovisión que apunta a recomponer "el sentido trascendente de la vida". Un maestro que, sin abandonar jamás su cruzada por el rescate de las raíces y los valores culturales, no oculta su desolación ante el materialismo y la pobreza espiritual del Chile actual. El gran problema, afirma, es que "no hay alguien, como Vicuña Mackenna, que tenga clara la verdadera función de la cultura, que es la de crear personas con discernimiento". Algo que, por cierto, "no le interesa a ningún poder".

miércoles, febrero 22, 2006

"Hay dolores en la vida tan fuertes, yo no sé...."

Se supone que este es mi blog personal, y, que es una especie de diario de vida, aunque hay otros amigos que consideran que esta es una excelente herramienta comercial, pero bueno... Una querida amiga me ha preguntado por qué tengo este espacio deshabitado, y es porque no he tenido nada que contar, salvo...

Hace unos días atrás, falleció mi padre, agonizó un mes y finalmente, el 8 de enero dejó esta vida. Es difícil describir lo que se siente en un momento como este, salvo que algo dentro de uno se fue a otra parte del universo, uno sabe que los padres tienen que morir, uno sabe que ese día inevitablemente llegará y se prepara para eso, pero cuando el hecho ocurre la sensación es devastadora, sobre todo cuando la persona de la que se trata ha sido tan importante y tan presente en la vida de uno.

He repetido incansablemente en el párrafo anterior la palabra "uno", es decir, la escritura una vez más es una forma de hablar de sí mismo, lo lamento mas en esta ocasión se trata de hablar de otro hombre, alguien que merece que cuenten su historia, su simple y diáfana historia.

Este hombre nació en la casa de una pareja formada por un panadero y una lavandera, matrimonio que pronto se desharía, dejando al niño y a sus hermanos solos en el mundo. Así este hombre a los 11 años de edad, siendo un niño delgaducho se tuvo que hacer cargo de su madre y de los hermanos que le quedaban. La historia cuenta que trabajó repartiendo diarios, que se subía a los trenes que partían de Santiago al sur, voceando "La Hora" o "El Imparcial", dicen que saltaba entre los trenes como un conejo, asustado y feliz, con ganas de vivir y de llevar el pan diario a casa.

Con los años se convirtió en un buen estudiante, trabajaba y estudiaba, el Instituto Nacional se transformó en el lugar en donde encontró amigos que lo acompañarían hasta el día de su muerte, un amigo suyo, un abogado se encargaría de los trámites de la posesión efectiva de sus bienes. Su mundo fue el ambiente del diario como el decía, aunque estrictamente fue funcionario en varios de ellos: "El Imparcial" de Augusto Ovalle y "El Mercurio" de Agustín Edwards, allí compartió sus años de juventud con reporteros y gráficos de vida desordenada, de aquellos que bajaban por la calle San Diego hacia Mapocho apagando a balazos las luces públicas. Cuentan que se tomaba mucho vino en esa época y había mujeres para regodearse, los muchachos eran los dueños del mundo, gente respetable y vigorosa, que con el tiempo se transformarían en los trabajadores mejor pagados de la industria periodística en desmedro de sus colegas comunistas de "La Hora" por ejemplo, pero así es la suerte del pobre, le toca o no le toca.

Y llegó el día en que formó su familia, el hombre eligió como esposa a una prima de segunda generación, hija de una prima de su madre, ella era un chica muy linda, delgadita que recién frizaba por los veinte años, cuando él ya tenía unos treinta y tantos, pero el amor de entonces era así, alguien conocía a alguien le mandaba a preguntar con la hermana cuáles eran las posibilidades y las hermanas dialogaban con la elegida los pro y los contra del enlace, en este caso el hombre y la mujer llegaron al altar y se casaron.

Hasta aquí esta historia no difiere en nada de otras, mas cuando llegaron los hijos habrá un giro espectacular, de siete hijos nacidos, sobrevivieron hasta la adultez cinco, tres de los cuales fueron sordos, y de ellos uno con problemas de aprendizaje y trastornos mentales. Era como para morirse de pena, cuando un padre tiene hijos sueña con lo que serán en el futuro y traspasa a ellos sus propios anhelos, él quería que todos estudiaran, que tuvieran sus profesiones, que tuviesen una vida holgada, sin sobresaltos, ojalá alejada de la calle que en su adolescencia te tocó conocer, pero el destino es implacable con algunos hombres, en este caso la vida le puso un desafío enorme para sus espaldas flacuchentas, pero el hombre supo aguantar y llevar la carga con dignidad y honor.

Pasaron casi cincuenta años desde el momento en que fundó su familia hasta que la dejó, nunca en todos esos años renunció a su carga, nunca dejó de soñar con una nueva oportunidad, cada uno de sus hijos e hijas le dió una oportunidad para soñar, aunque también para maldecir a su suerte, para discutir con Dios, primero acaloradamente, al final como viejos amigos, hay que ser francos NUNCA dejó de maldecir al destino no por su suerte sino por lo que él creyó que era un mal para sus hijos, cuando murió estaba ya muy cansado, agotado de tanto luchar por quedarse y no partir dejando solos a sus retoños, mas parecía una madre que un padre. Era raro mi papá, porque sin perder el vigor y la virilidad era un hombre muy dulce, siempre nos regalaba cosas insólitas para la edad que teníamos, a mí me regaló un reloj cuando tenía siete años, el tema es que yo no sabía leer la hora en ese tiempo, claro es que rápidamente aprendí, lamentablemente perdí mi reloj en una batahola en la cola para comprar pan en tiempos de la Unidad Popular, cuando había escasez y mercado negro, o, me acuerdo también que hasta que yo tuve nueve años, mis hermanos y yo, usamos chaquetas grises, camisas blancas, corbatas con rayas grises y azules, calcetas azules, zapatos negros y pantalones cortos... él se reía decía que parecíamos la familia Burrito, el colmo fue cuando me compró un paraguas negro para niño y un sombrero tipo inglés, nunca entendió por qué me rebelé contra él y nunca quise ir a la escuela con el sombrero y el paraguas ingleses, ya era suficiente que mis compañeros me miraran extrañados y no me invitaran a jugar fútbol con ellos. Era un padre extraño en ese sentido, era como si viviera en otro tiempo, en un lugar que no fuera Chile, escuchaba tangos, opera y música clásica, leía al Quijote, y nos leía las revistas de Disneylandia, nos contaba la historia de la Papisa Juana, sabía y hablaba de cosas que los otros papás no hablaban y lo más importante, las conversaba conmigo porque mis hermanos no le podían entender, así ocurrió hasta que tomó la decisión de abocarse en cuerpo y alma a su educación y cuidado, después de eso lo tuve que esperar alrededor de quince años para retomar la conversación en el punto en que la habíamos dejado.

De grande, decidí que yo quería tenerlo para mí, lo busqué, lo molesté, lo ofendí, lo desafié hasta mas no poder, mas logré captar su atención y tengo que decir, con profundo sentir, que él me acompañó en los momentos más críticos de mi vida, en esas oportunidades caminaba junto a mí, no decía nada, pero me hacia saber que él estaba allí para mí, como si su sola presencia bastara para curar mis penas, siempre me hizo creer que todo lo que uno quería era posible, que los sueños se pueden alcanzar y si no en esta vida, en la otra será, pero ese era su nivel de convencimiento, así era su alma, indomable, la adversidad nunca pudo con él.

Ahora, nos quedamos solos, mas tengo la intuición que él nos cuida, a veces he soñado con él y cuando he despertado he olido a flores fragantes, una exquisita loción de lavanda, es mi padre que me acompaña desde otro lugar del universo.