lunes, octubre 17, 2005
Einstein aplicado a la vida cotidiana
A veces me pregunto cómo hacer coincidir el conocimiento de la ciencia con la antigua sabiduría de los maestros del Oriente...
Por Einstein sabemos que el tiempo no se desarrolla en forma lineal, que en un lapsus coexisten muchos otros tiempos como los anillos concéntricos que se forman cuando se lanza una piedra en agua del lago, sabemos que existen creaturas que viven una existencia de acuerdo al tiempo que les toca vivir... Los chinos, por ejemplo han creado una Muralla que se ve desde el espacio, es una metáfora de su visión del tiempo, para ellos, el tiempo fluye, es infinito... trasciende, pareciera ser que para ellos la vida humana es una cadena que no se corta nunca, en donde un ser humano está unido a otro y a otro, así hasta la eternidad...
Si se me permite una licencia poética, la Muralla China, está formada por millones de seres humanos, tomados de la mano, formando un gran abrazo para proteger a los niños y niñas de los bandidos y asaltantes que asolan por las noches y poner en peligro su vida...
Esto me hace pensar en lo limitado que es nuestra visión del tiempo en este occidente mestizo, en Chile, la gente piensa que el tiempo se inicia y acaba con la propia vida, no se les ocurre pensar que nuestro tiempo está unido a otros tiempos, y que si cada uno no cumple su papel como gota de agua, el río no puede fluir y nunca llegará al mar. Además, este tiempo de Einstein nos hace experimentar distintas vidas, haciendo que nuestra existencia se parezca más al delta de un río que a una cascada... en alguna de las vidas que llevamos adelante hemos muerto, y a veces esa muerte ha sido sin honor, en cambio, en otras vidas que habitan un tiempo distinto tenemos la posibilidad de comenzar de nuevo, como el niño que sueña su vida confiando en que el hombre que será el mismo tendrá la fuerza y la entereza para llevarlo al lugar deseado.
Los niños y niñas soñamos con ser felices, con vivir con los seres que amamos, con jugar y correr hasta caer rendidos y que nuestros adultos nos alimenten y nos cobijen del frío y del calor, que nos abracen y nos den cariño, ese que ayuda a sentirse bien y a crecer... también soñamos con ser grandes personas, con ser reconocidos por nuestras acciones, con justicia y con amor...
Como adulto, en cambio, he vivido la vida de todos, me he mezclado con la gente, soy parte de esa enorme cantidad de personas que le llaman "el pueblo". Y como adulto, me he perdido... no sé de quién es la mano que he tomado para proteger a los niños, no sé si las personas con las que me he encontrado me van a dejar botado, no sé si podré cumplir mis compromisos con ellas, no sé si mi vida va hacia algún lado, no sé si el día en que muera tendré un funeral digno, no sé si el amor alcanza para salvar a los desposeídos, no sé si es más importante hacer el amor o simplemente tener sexo a destajo, no sé si en este mundo hay justicia para todos, no sé cómo alcanzar el camino a la felicidad prometida.
Por eso, tengo que conversar con el niño que hay en mí, cada cierto tiempo, porque él todavía es prístino, inocente y tiene unas enormes ganas de vivir...
Etiquetas:
Historias personales
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