Pequeña historia de un reencuentro
(publicado en Ciberokupa, en 2001)
Una vez que iniciamos ese camino, nos reconectamos por un lado con una historia colectiva de la que cada quien fue y es un fragmento. Al contar cada uno su historia personal, mostrando a otros un relato en el cual hemos seleccionado lo mejor y más sentido de nuestra vida, nos hemos llenado de emociones, que en algunos casos habían quedado en nosotros como el agua estancada, pero también advertimos que esos elementos del pasado no se perdieron sino que se transformaron en otra cosa. La realidad que hemos vivido estos últimos años nos ha enfrentado a desafíos nuevos para los cuales hemos tenido que construir respuestas conceptuales y estrategias nuevas. Quizás una de las cosas más complejas ha sido la revisión de nuestras ideas, o más bien, de los marcos cerrados en que ellas habitaban. Esos marcos, ideologías de distintos tipos, han ido perdiendo la certeza absoluta que tenían en otros tiempos y ya no nos ofrecen verdades y recetas de cómo el mundo es y tiene que ser. Por ello es que cada uno de nosotros se ha visto en la necesidad de buscar desde su propia experiencia y sentir las respuestas que en el caso anterior estaban dadas por una cosmología ideológica. Reconocer esto último, ha representado un acto de valentía, pero también un acto político de innegables consecuencias. Así, nuestras emociones se han hecho con los años más profundas, más complejas y al mismo tiempo más simples y sencillas y hablan de la germinación en nosotros de una visión del mundo que se caracteriza por poner el cuerpo como centro articulador de lo real, un cuerpo se inserta en un contexto y que es sostenido anímicamente por una historia personal. Esto nos permitió reconocer que nuestros fragmentos de historicidad contienen una riqueza singular: la existencia de una capacidad social y política que en gran parte ahora esta en desuso, pero que contiene una fuerza, un sentido, el proyecto de un otro mundo. Así, en la historia de las ideas relatadas por los compañeros, aparecen los pensamientos de raíces diversas: cristiano, judía, masón, socialista, marxista, crítico racionalista y otros que son más difíciles de clasificar en grandes categorías. Poner en juego estas diversas matrices -sin negarlas ni suponerlas- ha sido importante, pues nos advertía de la imposibilidad de llegar a un acuerdo dictado por la razón de los conceptos o la lógica de las ideologías. Sin embargo, a partir del relato vivencial de cada uno sabíamos que teníamos posibilidades de definir acciones comunes con un sentido estratégico que nos englobara a todos. En base a la fuerza de este reconocimiento optamos por definir una plataforma común que nos permitiera experimentar con la realidad para que desde ésta y de lo que nos suceda a nosotros armáramos un camino. Para experimentar con la realidad social -y con nuestras propias fuerzas- nos hemos hecho preguntas, entre ellas ¿a quiénes les puede interesar nuestras historias personales y colectivas? ¿cómo ven las personas, y sobre todo los jóvenes de hoy, el proceso social y político que se vive en nuestro país? ¿cómo representan en sus mentes esta nueva realidad social que vivimos y sufrimos? ¿qué valoran de sus vidas y de la vida de los otros? Luego de largas reflexiones acerca de con quiénes trabajar y relacionarse, las primeras respuestas estuvieron orientadas hacia las nuevas generaciones, a los jóvenes. ¿Por qué hacia ellos particularmente? porque pensamos que gran parte de las generaciones adultas están desesperanzadas y han aceptado la actual realidad como algo estático, incambiable, porque falta en ellos la fuerza personal para replantearse la vida y comenzar de nuevo. Esto es así en el mundo político y sindical, en el mundo de las profesiones liberales y de los oficios, en el mundo de la educación, y en el seno de las familias chilenas. Aparentemente, las grandes preocupaciones de la gente pasa por la obtención y manutención de trabajos bien remunerados -aunque para ello tengan que aceptar las exigentes condiciones de la propuesta económica neo liberal- lo cual es atendible, ya que sin un trabajo con estas características las posibilidades de tener seguridad social: salud, educación y pensiones son escasas. A pesar de esto la inseguridad y los cambios vertiginosos se han instalado en la vida de los ciudadanos, lo que ha afectado el ánimo de la gente y las ha llevado a preocuparse -casi exclusivamente- de sus proyectos personales en desmedro de la construcción de ciudadanía y de espacios democráticos. Muchos jóvenes, en cambio, experimentan el abandono de las generaciones que los preceden. En muchos casos, sus padres y madres están más preocupados de trabajar para el sistema que de entregar tiempo para construir relaciones de afecto profundas. Por otra parte, muchos adultos se refugian en el trabajo para no tener que responder las preguntas de sus hijos e hijas, porque habitualmente ellas apuntan a cosas esenciales de la vida: Papá ¿por qué hay tanta desigualdad social? ¿por qué reclamas tanto en la casa y todo eso no se lo dices a tus jefes en el trabajo? ¿por qué hay tanta delincuencia? ¿qué es la felicidad? ¿qué es el amor? ¿por qué tú y mi mamá trabajan tanto? ¿para qué? Quizás estas preguntas sin respuestas, los estén llevando a desconfiar cada vez más del mundo de los adultos -especialmente del mundo político- Cada vez más los jóvenes cuestionan el principio de autoridad, en todas partes: en el hogar, en las escuelas y en las universidades, aunque un número importante de ellos se dejan seducir por el proyecto cultural de los poderosos grupos que controlan nuestra sociedad. A pesar de esto, se están preguntando si esta es la vida que quieren vivir cuando a su vez estén físicamente maduros para vivir la adultez. Es por estas razones que pensamos que es necesario hacer germinar un nuevo tipo de formación para los jóvenes. Concretamente, pensamos en escuelas, espacios en donde podamos reflexionar acerca de las preguntas esenciales de la vida. Escuelas en donde recuperemos la capacidad de filosofar, de reflexionar desde nuestros cuerpos acerca de qué es la realidad y cómo la representamos y la construimos en nosotros mismos. En cierto sentido, este propósito va en una dirección distinta a la actual reforma educativa que se vive en el país, ya que ésta se orienta fundamentalmente a desarrollar competencias para la vida, entendidas como la manera de desarrollar en los educandos las capacidades para insertarse en una sociedad productiva, como ciudadanos activos, pero en donde el Estado y el capital determinan el tipo de currículo y establecen las condiciones laborales y valóricas, sin la participación de la gente que asume y vive las consecuencias del modelo económico y social impuesto. Nuestra intención es aportar una visión del ser humano que puede, si quiere, enfrentar críticamente la maquinaria estatal y los designios Del capital, crearse los espacios para desarrollar una vida rica en espiritualidad, creación y afectos, desatar una fuerza social y política con alto grado de autonomía e inventar formas de autogestión, incluso económica, entre otras cosas. Para ello, necesitamos plantearnos audazmente, sobre todo ante nuestros compañeros. Tiempo para la construcción de nuestros sueños Una de los principales mitos -generados desde el sistema liberal- es que "el tiempo es oro", nosotros sabemos que el tiempo es un constructo humano y lo que le proponemos a nuestros compañeros es que "es necesario entregar tiempo para la construcción de nuestros sueños". Es por ello que decidimos convocar a profesionales, artesanos, artistas, obreros, en definitiva a personas que quieran aportar algo, no importa cual sea su oficio, a realizar un trabajo social en el cual puedan implementar aquellas iniciativas que en sus respectivas instituciones o trabajos no pueden realizar. Muchos de nosotros trabajamos en el contexto de la oferta y la demanda, en donde lo que hacemos -aunque lo hagamos muy bien y los productos sean los mejores- pertenece al demandante, somos meros funcionarios y tenemos muy poca ingerencia personal sobre el impacto social que ello genera. Muchas veces, sobre todo en el mundo de las ciencias sociales, establecemos relaciones con las personas y las organizaciones que no podemos continuar porque los proyectos están limitados -por efectos de su financiamiento- a un tiempo determinado. Es así como el mercado y los demandantes, se apropian del espíritu de nuestro trabajo. No somos dueños de lo que hacemos porque trabajamos para los burócratas, que a su vez responden a los lineamientos de las políticas globales acordadas por el gobierno y el capital. Pensamos que la única forma que tenemos de apropiarnos de lo que hacemos y que esto se transforme en una acumulación social y política, en manos de comunidades de personas organizadas por un sentido colectivo, es que inventemos otros espacios en donde el trabajo sea concebido como un acto de creación, un acto ético y político. Esta forma de trabajo la concebimos en directa relación con las personas que viven y trabajan insertos en la base de la sociedad, allí en donde están los trabajadores, los pobladores, los niños y niñas de la calle. Pensamos que en la medida, que utilicemos los conocimientos que nos entrega nuestra propia reflexión acerca de la ciencia, la tecnología y el conocimiento epistemológico para conectarnos con la vida de las personas que no tienen los recursos para contratar nuestros servicios, o no están insertas en alguno de los espacios que el Estado a generado para la participación social, construiremos un conocimiento sobre nosotros mismos y generaremos una fuerza social y cultural que nos permitirá convertirnos en sujetos históricos, dueños de nuestra vida y destino. A la conquista del mundo Otro desafío importante, que comienza a tomar fuerza entre nosotros dice relación con la trascendencia de nuestra realidad nacional, con ir más allá de nuestras fronteras a conquistar amigos y amigas en el mundo. Hasta ahora, el financiamiento de los proyectos sociales en el país ha estado vinculado al Estado o a la empresa privada. En los tiempos de la dictadura, estos eran financiados por fundaciones o agencias internacionales que invertían recursos para que en Chile sobrevivieran las instancias o los enclaves democráticos, que posteriormente serían los que producirían los intelectuales y los burócratas que se hicieron cargo de la transición democrática. La situación actual ha variado sustantivamente. Los gobiernos de la concertación han hecho una alianza estratégica con la mayoría de las organizaciones no gubernamentales (ONG), y con ello el pensamiento crítico se ha moderado en detrimento de la construcción de una fuerza social y política autónoma de los partidos políticos y del sistema económico. Es así como actualmente las ONG proveen habitualmente de técnicos y tecnócratas al gobierno para diseñar, implementar y evaluar "sus" políticas sociales. Por otra parte, el gobierno de Chile, como todos los gobiernos de la región, ha iniciado un complejo sistema de acuerdos y relaciones políticas y comerciales con los países desarrollados y de la región que determinan la política interna. Sabemos que muchos de los indicadores de desarrollo son elaborados por los bancos internacionales, que ejercen un poder y un control incuestionable sobre la política económica oficial. Los centros académicos y las universidades también se han adaptado mayoritariamente a este nuevo contexto. Para ellos y ellas vincularse a las políticas del Estado significa recursos y financiamiento para cumplir con sus fines. Debido a ello es que los académicos e investigadores -que representan la masa crítica del país- han optado por refugiarse en ghettos, pequeñas universidades, desde donde obtienen algún financiamiento para publicar sus trabajos y difundir su pensamiento. Este último adquiere el carácter de un pensamiento independiente, pero muchas veces sin un impacto social, especialmente porque sus reflexiones no son convertidas en práctica social, en acciones políticas. La izquierda extraconcertacionista, por su parte, no ha sido capaz de desarrollar un pensamiento alternativo al modelo socialista demócrata-demócrata cristiano. Hay un vacío entre la reflexión política y las acciones emprendidas por grupos autónomos desde la base social. Pero lo que nos interesa aquí es relevar el hecho de que el modelo vigente se nutre de intelectuales, técnicos y burócratas que se han formado -por lo menos los más importantes- en Europa o los Estados Unidos. En el caso de los que se han formado en el país, estos lo han hecho siguiendo los modelos oficiales para el sistema occidental. De esta manera, el sistema ideológico es controlado por los partidos políticos, la banca o el capital (el cual posee la propiedad de la mayoría de los medios de comunicación y de las editoriales del país). Pareciera entonces que el sistema ideológico es inviolable. Pero hemos descubierto que esto no es así. Si el principio de que el trabajo es un acto creativo, ético y político funciona para nosotros también debe funcionar para otros hombres y mujeres en otras partes Del mundo. Sabemos que en Europa hay intelectuales y personas de todos los oficios que cuestionan su "maravilloso" sistema, incluso a nivel político se habla del "tercer sector", fenómeno que sería muy interesante de conocer en su extensión y profundidad, pero para esto necesitamos contactarnos con personas e instituciones no oficiales, que al igual que nosotros se están levantando experiencias sociales y políticas alternativas a la política oficial de sus respectivos Estados. Parece imperativo, hoy día, buscar amigos y amigas en el mundo. Gente con la cual poder conversar y compartir experiencias, personas que han estado de una y otra manera vinculadas a nuestra historia. El Internet ha sido un instrumento clave para este descubrimiento, experiencias como las del movimiento zapatista en México, o la de los OKUPA en Europa, o la misma experiencia de los haker que han liberado innumerables documentos e investigaciones científicas secretas que han representado millones de pérdida para los laboratorios multinacionales en beneficio de la humanidad, son algunos de los ejemplos que podemos señalar. Pero el Internet es sólo un instrumento, los espacios comunes y la conversación cara a cara es lo fundamental. Es de este modo como podremos construir un nuevo tipo de conocimiento y nuevas formas de organización social y políticas. Tenemos que juntarnos en algún lugar del mundo, una vez y muchas veces, armar redes, generar plataformas comunes. No debemos olvidar que en el campo adversario los poderosos si están organizados e imponen sus lineamientos en todas partes del mundo. En resumen Hemos iniciado un camino complejo, en el cual la conversación y el diálogo con el otro para la reconstrucción del mundo es lo fundamental. Pero no debemos olvidar que el cómo lo hagamos es esencial, porque aquí no se trata de buscar fórmulas para las "masas". Precisamente queremos rescatar la originalidad y la singularidad de la persona humana y de cada comunidad. Tenemos todo el tiempo del mundo en la medida que nos vamos apropiando de nuestras vidas. La pregunta que queremos responder es ¿para qué quiero tiempo? ¿para vivir o morir? Si somos justos diríamos que para las dos cosas. Lo importante es que estos dos actos constitutivos de la especie tengan sentido para quién los vive. Mas también sabemos que las respuestas no las encontraremos solos. Las preguntas y las respuestas las daremos con otros. Cuando nos encontramos con los demás comenzamos a construir un mundo basado en el respeto y el amor al prójimo, pero para ello necesitamos descubrir cómo es el otro, cuál es su historia, cómo se ha formado y no suponerlo, a partir de un rol, un oficio o una categoría social. Si nos damos el tiempo para descubrir a los otros, nos descubriremos a nosotros mismos en ese acto. Así sabremos quiénes somos, de dónde venimos, a dónde queremos ir y con quiénes. |
miércoles, septiembre 24, 2014
Acerca del Proyecto: "Reconstrucción del mundo" por Julio César Ibarra
Suscribirse a:
Entradas (Atom)