lunes, agosto 22, 2005

Santiago de Chile, un lugar en el mundo


En esta ciudad ocurren a diario, los acontecimientos más cotidianos y al mismo tiempo insólitos. Lo interesante, es que Santiago es igual a Paris o San Francisco, no hay diferencia desde el punto de vista sociológico o antropológico, mas si lo hay desde el punto de vista humano, aquí vivimos "nosotros", en esta parte del mundo nos jugamos la oportunidad de hacer con nuestras vidas algo que tenga sentido.

Los profesores de Literatura cuentan en la Universidad que Julio Cortázar, el escritor argentino, que vivió una buena parte de su vida en Francia y que murió en Paris, en sus obras describe las calles de Buenos Aires, pero con nombres de calles francesas, para quien conoce Buenos Aires y Paris, encontrará que no hay grandes diferencias. La diferencia se encuentra en el mundo que Cortázar creo para "nosotros", sus lectores. En su libro "Todos los fuegos el fuego" hay un cuento que se llama "El otro cielo", cuando leo este cuento ambientado entre París y Buenos Aires, dejando escurrir entre las páginas esa superposición de tiempos y espacios que gustaba tanto a su autor, me veo caminando por los pasajes del centro de Santiago, el pasaje Matte, lleno de oficinas, en donde hombres y mujeres ejercen los más diversos oficios en pos del "ganarse la vida", es en esta cotidianeidad en donde ejercen su rol los deseos y las fantasías, la mía es la de un observador, un fotógrafo, un reportero que busca retazos de vida, especímenes existenciales que en un segundo son capaces de mostrar el sentido de la trascendencia. Ello, porque para mí es muy triste pensar que estamos aquí sólo para comer, dormir, practicar el sexo, que estos miles de personas que transitan todos los días por estos pasajes escondidos de la lluvia y el sol, caminan del día a la noche para pasar el tiempo.

El tiempo, que se condensa en un minuto o que se alarga incansablemente hasta el límite de lo desconocido, cuando tomo conciencia de esto, me pregunto cuánto tiempo más, con cuánto tiempo cuento y qué puedo hacer con él, ¿bastaría que me quedara sentado esperando que las cosas ocurrieran? ¿ o debo levantarme y caminar como si fuese a algún lugar?

Los pasajes techados siempre me han atraído porque parecen el camino hacia una ciudad secreta, escondida en el corazón de la ciudad, una especie de Shambalá, la ciudad del poder oculto, de la cual salen senderos desconocidos que llevan al peregrino a cualquier rincón del mundo para desarrollar el conocimiento alcanzado en las entrañas de la escuela oscura. Pese a ello, necesito salir a la luz del sol, mojarme bajo la lluvia o exponerme a los rayos ultravioletas, necesito respirar como si fuera un hombre libre, como si el destino de mi vida estuviese en mis manos, como si bastara que yo deseara algo intensamente para que se cumpliera, como si yo fuera un continente entero que se bastase a sí mismo. Mas esta relación entre el sol y la oscuridad me dice que no estoy solo, que más allá de mis fronteras hay una otra que me complementa, que me necesita, que me busca para entregarme su amor y su bondad, como yo la busco a ella para entregarme entero, fecundarla y hacer nacer dentro de ella una nueva vida, una vida en la cual ambos hemos vertido nuestros ríos profundos, alimentados de animales antiguos y millares de vidas que se bañaron en el mismo río... espíritus que habitaron en las ciudades más distantes de ésta, seguramente en continentes desconocidos para nosotros, porque ustedes comprenden que la piel blanca y los ojos ambarinos no son originarios de estas tierras!!!

Al final, pareciera que sólo estamos viviendo en uno de los mundos, dentro de los muchos mundos que coexisten en esta constelación de vidas que llamamos humanidad... otro hombre, estará sentado en su computador escribiendo esta misma historia, hablando de su ciudad, sólo que lo hará en rumano o en irish...

2 comentarios:

Shi Ho dijo...

Hola,.. muy sabia tu visión...

Gracias por postearme y estampar en mi blog todas esas palabras de sabiduria con respecto a los adolescentes, me, en can tó... lo reelere cada vez que lo necesite.

Un gran saludo, Atcharya

Cpunto dijo...

a mi las calles siempre me han llevado de los pies y las manos y las gentes se me parecen todos una sòla gran gente y yo que podría estar ahí mismo entre ellos observando cómo me voy entrometendo en sus brazos y piernas y ojos de la gran gente cuando se para frente a una vitrina cerca de la catedral o rosas o agustinas y espera verse y decirse adiós, ya te vas a casa?

saludos, muy bello
C.