martes, septiembre 14, 2010

"Los 33 mineros de Chile" por Julio-César Ibarra




Hace pocas semanas estuvimos con mi amiga Gabriela Aguilera en el 15° Foro del Libro y la Lectura en El Chaco, Argentina, cuando veníamos ya de regreso a Chile y estábamos esperando en Aeroparque, Buenos Aires, embarcarnos hacia Santiago, Gabriela se comunicó con alguien en Chile, quien le dijo que en ese preciso momento en la TV chilena estaban anunciando que habían encontrado con vida a los 33 mineros que luego de 17 días yacían perdidos bajo toneladas de material. A Gabriela y a mí la emoción nos embargó y las lágrimas calleron solas, libres, frescas, agradecidas de que estos hombres estuvieran vivos y con la esperanza viva de rescatarlos desde el fondo de la tierra. Luego, Fox Sport suspendió el partido de fútbol que estaba transmitiendo para mostrar las primeras imágenes de los mineros que recorrieron el mundo, a nadie más a que nosotros dos nos llamó la atención, los demás turistas eran brasileños o de cualquier otra nacionalidad y los trabajadores argentinos estaban ocupados en sus trabajos cotidianos, parecía increíble que a nadie más que a estos dos chilenos les importara la suerte de los mineros.

Pero así es la vida, a los chilenos nos importan los chilenos en cualquier parte del mundo en donde estemos. Porque somos parte de este pequeño país, de apenas 17 millones de habitantes. Cuando me acuerdo todavía me emociono, qué hombres más valientes estos mineros, sin duda es un historia épica, digna del bicentenario.

Sin embargo, la pregunta más importante es ¿por qué estos 33 mineros están ahí? ¿cómo es posible que los mineros en el siglo XXI se vean expuestos a este tipo de riesgos sin que nadie se haga cargo de nada?

Quizás sin la TV estas escenas nunca hubiesen sido vistas por todo el país, como los tristes y lamentables saqueos ocurridos post terremoto en las zonas más afectadas. La televisión nos ayuda a mirar, pero nos ayuda a ver?

Qué vemos los chilenos en los 33 mineros, qué sentimos cuando volvemos a ver las escenas del último terremoto? Qué vemos cuando la cámara recorre el país y llega hasta Copiapó, Tierra Amarilla o Combarbalá, cómo nos vemos los chilenos en el bicentenario?

A mí me parece que hay que recordar a una figura como Nemesio Antúnez que dirigió hace ya muchos años un gran programa que se llamó "Ojo con el Arte", a través del cual este viejo querido enseñaba a los espectadores no sólo a mirar sino también a ver lo que hay de profundo en la obra artística. Así tenemos que educarnos para ver lo que hay en el corazón de los chilenos y chilenas. En mi propia experiencia, ese corazón está lleno de sueños, muchos de ellos marcados por la necesidad: la necesidad de una casa propia, la necesidad de una escuela, la necesidad de una iglesa que acoja, la necesidad de un trabajo remunerado, la necesidad de una familia, la necesidad de ser parte de un país del cual sentirse orgulloso.

Nuestras realidades en cambio han sido más concretas que los sueños, según algunos doctores en sociología, Chile es un país con gente resentida porque no han participado en las decisiciones importantes, otros creen que la mayoría rechaza el capitalismo feroz y hay quienes creen que la "raza es la mala", es este cruce entre indio y bandido español lo que causa semejante reacción.

En fin, hay muchas visiones sociológicas al respecto, pero el punto es que la mayoría de la gente de Concepción no participó en los saqueos del 27 de febrero, la verdad es que la mayoría de las familias afectadas han recibido una mediagua para guarecerse del frío y de la lluvia a la espera de una nueva vivienda definitiva, la verdad es que los mineros están vivos y las autoridades públicas y privadas están haciendo un tremendo esfuerzo por rescatarlos desde el fondo de la mina sanos y salvos, la verdad es que los chilenos nos preocupamos por los chilenos y eso, a mi modo de ver, se llama solidaridad, se llama compañerismo, se llama ser parte de una nación.

Un sector de nuestra sociedad, entre los cuales se cuentan nuestros intelectuales progresistas, los mismos que firmaron los tratados de libre comercio con Estados Unidos, la Unión Europea y otros más, a su vez nos hacen creer que el mundo tiene los ojos puestos en nosotros, que somos los niños aplicados de la América Latina, eso puede ser cierto en los bancos internacionales y en la banca, pero a esos funcionarios no les interesan los pobladores sin casa, ni los pescadores sin botes ni herramientas de trabajo, ni 33 mineros secuestrados por la Mina San José en su vientre, a ellos les interesan los números, fríos y calculadores, los indicadores macroeconómicos. Por eso valoro inmensamente el trabajo de los muchachos y muchachas de Un Techo para Chile que, silenciosamente, han trabajado arduamente para cumplir con su tarea de brindar techo a los desamparados en estos meses de invierno, mi admiración por ellos es grande, por eso valoro a los políticos que se han comprometido con sus pueblos y ciudades ayudándolos a reorganizarse y a enseñándoles la esperanza que todo Chile tiene para ellos, por eso valoro a las autoridades de gobierno que han trabajado codo a codo con la gente para salir adelante, por eso valoro la altura de espíritu de muchos compatriotas que han entendido que la situación del país en este momento demanda un esfuerzo transversal, ya tendremos tiempo para definir más aún nuestras posturas políticas y luchar para que uno de las dos visiones imponga su liderazgo sobre la sociedad chilena.

Hoy es momento de llorar de alegría porque los 33 mineros, símbolos del pueblo de Chile, están vivos y con la esperanza de retomar sus vidas, es momento de agradecer a todos los jóvenes que han trabajo con coraje y entereza para dar techo y abrigo a miles de familias que perdieron sus viviendas debido al terremoto del 27 de febrero. Hay muchas vidas que se han salvado en nuestro país gracias al apoyo generoso de otros chilenos y chilenas que animados por un corazón valiente y una organización eficiente nos muestran el camino a seguir para los próximos cien años.

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