Las
tres heridas
Son
las cuatro de la tarde. Leo el libro de Julio César con el sol rojo del otoño tiñendo
mi espalda. Hay ruidos caseros: un avión recorta el cielo, las vecinas
parlotean, se hace nítida la zampoña del
afilador de cuchillos. Voy y vengo por las palabras de este escritor tan
querido y admirado. Los poemas van cayendo en mis ojos como dardos certeros.
Leo y releo y vuelvo a leer. Pura transparencia y sinceridad; sencillez al modo
de Cardenal, de Miguel Hernández, de Nicanor Parra.
Las
cosas por su nombre: lenguaje coloquial y esa montaña metafórica que es el
compromiso político-social al cual tantos le temen; la herida que aún está
abierta, la rabia de una generación huérfana, la del 80 o NN, que escribió
entremedio de expulsiones, relegaciones y desapariciones, que designó a la palabra
como su bandera de lucha con los perros de la dictadura mordiéndole los
tobillos, que citó a Brecht a gritos en esa oscuridad que tanto nos dolía: Hay hombres que luchan un día…
Julio
César sigue luchando, es un imprescindible. Y mientras él se sana, nos acompaña su corazón gigante; sus palabras
nos guían y nos instan a no olvidarnos del Negro y de la Negra, del rebelde y el
inconcluso, del Catecismo Made in Chile
donde se dice que
Nadie tiene la obligación de subir
la montaña o ir al desierto.
¿Para qué? Si ya lo hicieron
Jesucristo, Zaratustra y otros.
Ellos ya se quebraron la cabeza y
nos ofrecieron su alma.
¡Por favor! No es nuestra
responsabilidad pensar
en
la humanidad.
Y mientras él cura sus heridas, nos
sana con su palabra; nos recuerda que la fraternidad está a la vuelta de la
esquina y que es cosa de dar la mano; nos hace meditar acerca de las sociedades
amnésicas en donde prima el egoísmo, el individualismo y otros ismos fatales
para esta humanidad que llevamos colgando al cuello como una brújula en mal
estado. Nos muestra lo que no queremos ver: por miedo, por desidia o, quizás,
porque hemos perdido la fe en que este mundo que pisamos puede ser mejor, menos
desigual, menos mecanizado, menos artificioso.
Cito
a Elias Canetti: “Hoy en día, nadie puede llamarse escritor si no pone
seriamente en duda su derecho a serlo. Quien no tome conciencia de la situación
del mundo en el que vivimos, difícilmente tendrá algo que decir sobre él.
Mientras haya gente, que asuma esta responsabilidad por las palabras y las
sienta con la máxima intensidad al reconocer un fracaso total, tendremos
derecho a conservar una palabra que ha signado siempre a los autores de las
obras esenciales de la humanidad, obras sin las cuales no tendríamos conciencia
de lo que realmente constituye a la humanidad…podemos seguir siendo muy severos
con la época, llegar a la conclusión de que hoy en día no hay escritores, pero
debemos desear apasionadamente que haya unos cuantos…”. (“La profesión de
escritor”, discurso pronunciado en Munich en 1976).
A
la sombra de la montaña,
el libro íntegro, me recuerda las tres heridas de Miguel Hernández, nacido en
Orihuela: la del amor, la de la muerte y la de la vida. Pero este poemario nos insta a no olvidar y
eso hay que celebrarlo.
A continuación, leeré dos poemas,
“Autorretrato” y “En medio de la ciudad”:
AUTORRETRATO
Vivo en tres tiempos, tres espacios.
Vivo en tres pieles, tres esqueletos, tres pellejos.
El mío, el de ayer, el de mañana.
Soy la montaña, soy una espalda,
me levanto,
yazgo postrada, arrojada en el vacío
y me yergo, resucitado.
Sobre mis espaldas sostengo al cielo,
etéreo y magnífico,
angélico y demoníaco,
mentiroso y
verdadero.
EN MEDIO DE LA CIUDAD
Me preguntaron cómo era mi casa,
y yo dije: “no tengo casa,
yo soy una montaña y no hay casa
para mí”.
Vivo a la intemperie,
y cuando me muevo, la tierra se
desgarra.
Todo lo cambio, recreo la geografía,
rebalso los ríos,
atemorizo al cielo.
Soy un rebelde, un inconcluso,
solo a veces vivo en paz,
gracias a Dios,
aunque solo sea a veces.
Muchas gracias.
1 comentario:
Hermano, felicitaciones infinitas por lo que e podido leer, me gustaria muchisimo conocerle personalmente y muy especialmente al Hermano Gaston, mi numero desde el exterior 00580424-8323826 y mi correo Yaguaracutoe@hotmail.com, soy un Cumanagoto de Venezuela y vivo en la ciudad de Puerto la Cruz, si puede, me envia por favor su numero y correo para comunicarme con usted....¡Les Quiere¡ Eduardo Yaguaracuto........
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