La historia de un reencuentro
Un día, comenzamos a soñar con reunir a compañeros
y compañeras con los cuales habíamos compartido experiencias
y sueños colectivos en el pasado. Lo hicimos, y nuestra primera
forma de reencontrarnos giró en torno a la valoración
de las experiencias significativas de cada quien, tanto las que evocaban
vivencias pasadas como las que referían a experiencias vividas
en este nuevo tiempo.
Una vez que iniciamos ese camino, nos reconectamos por un lado con
una historia colectiva de la que cada quien fue y es un fragmento. Al
contar cada uno su historia personal, mostrando a otros un relato en
el cual hemos seleccionado lo mejor y más sentido de nuestra
vida, nos hemos llenado de emociones, que en algunos casos habían
quedado en nosotros como el agua estancada, pero también advertimos
que esos elementos del pasado no se perdieron sino que se transformaron
en otra cosa.
La realidad que hemos vivido estos últimos años nos ha
enfrentado a desafíos nuevos para los cuales hemos tenido que
construir respuestas conceptuales y estrategias nuevas.
Quizás una de las cosas más complejas ha sido la revisión
de nuestras ideas, o más bien, de los marcos cerrados en que
ellas habitaban. Esos marcos, ideologías de distintos tipos,
han ido perdiendo la certeza absoluta que tenían en otros tiempos
y ya no nos ofrecen verdades y recetas de cómo el mundo es y
tiene que ser. Por ello es que cada uno de nosotros se ha visto en la
necesidad de buscar desde su propia experiencia y sentir las respuestas
que en el caso anterior estaban dadas por una cosmología ideológica.
Reconocer esto último, ha representado un acto de valentía,
pero también un acto político de innegables consecuencias.
Así, nuestras emociones se han hecho con los años más
profundas, más complejas y al mismo tiempo más simples
y sencillas y hablan de la germinación en nosotros de una visión
del mundo que se caracteriza por poner el cuerpo como centro articulador
de lo real, un cuerpo se inserta en un contexto y que es sostenido anímicamente
por una historia personal. Esto nos permitió reconocer que nuestros
fragmentos de historicidad contienen una riqueza singular: la existencia
de una capacidad social y política que en gran parte ahora esta
en desuso, pero que contiene una fuerza, un sentido, el proyecto de
un otro mundo.
Así, en la historia de las ideas relatadas por los compañeros,
aparecen los pensamientos de raíces diversas: cristiano, judía,
masón, socialista, marxista, crítico racionalista y otros
que son más difíciles de clasificar en grandes categorías.
Poner en juego estas diversas matrices -sin negarlas ni suponerlas-
ha sido importante, pues nos advertía de la imposibilidad de
llegar a un acuerdo dictado por la razón de los conceptos o la
lógica de las ideologías. Sin embargo, a partir del relato
vivencial de cada uno sabíamos que teníamos posibilidades
de definir acciones comunes con un sentido estratégico que nos
englobara a todos. En base a la fuerza de este reconocimiento optamos
por definir una plataforma común que nos permitiera experimentar
con la realidad para que desde ésta y de lo que nos suceda a
nosotros armáramos un camino.
Para experimentar con la realidad social -y con nuestras propias fuerzas-
nos hemos hecho preguntas, entre ellas ¿a quiénes les
puede interesar nuestras historias personales y colectivas? ¿cómo
ven las personas, y sobre todo los jóvenes de hoy, el proceso
social y político que se vive en nuestro país? ¿cómo
representan en sus mentes esta nueva realidad social que vivimos y sufrimos?
¿qué valoran de sus vidas y de la vida de los otros?
Luego de largas reflexiones acerca de con quiénes trabajar y
relacionarse, las primeras respuestas estuvieron orientadas hacia las
nuevas generaciones, a los jóvenes. ¿Por qué hacia
ellos particularmente? porque pensamos que gran parte de las generaciones
adultas están desesperanzadas y han aceptado la actual realidad
como algo estático, incambiable, porque falta en ellos la fuerza
personal para replantearse la vida y comenzar de nuevo. Esto es así
en el mundo político y sindical, en el mundo de las profesiones
liberales y de los oficios, en el mundo de la educación, y en
el seno de las familias chilenas.
Aparentemente, las grandes preocupaciones de la gente pasa por la obtención
y manutención de trabajos bien remunerados -aunque para ello
tengan que aceptar las exigentes condiciones de la propuesta económica
neo liberal- lo cual es atendible, ya que sin un trabajo con estas características
las posibilidades de tener seguridad social: salud, educación
y pensiones son escasas. A pesar de esto la inseguridad y los cambios
vertiginosos se han instalado en la vida de los ciudadanos, lo que ha
afectado el ánimo de la gente y las ha llevado a preocuparse
-casi exclusivamente- de sus proyectos personales en desmedro de la
construcción de ciudadanía y de espacios democráticos.
Muchos jóvenes, en cambio, experimentan el abandono de las generaciones
que los preceden. En muchos casos, sus padres y madres están
más preocupados de trabajar para el sistema que de entregar tiempo
para construir relaciones de afecto profundas. Por otra parte, muchos
adultos se refugian en el trabajo para no tener que responder las preguntas
de sus hijos e hijas, porque habitualmente ellas apuntan a cosas esenciales
de la vida: Papá ¿por qué hay tanta desigualdad
social? ¿por qué reclamas tanto en la casa y todo eso
no se lo dices a tus jefes en el trabajo? ¿por qué hay
tanta delincuencia? ¿qué es la felicidad? ¿qué
es el amor? ¿por qué tú y mi mamá trabajan
tanto? ¿para qué?
Quizás estas preguntas sin respuestas, los estén llevando
a desconfiar cada vez más del mundo de los adultos -especialmente
del mundo político- Cada vez más los jóvenes cuestionan
el principio de autoridad, en todas partes: en el hogar, en las escuelas
y en las universidades, aunque un número importante de ellos
se dejan seducir por el proyecto cultural de los poderosos grupos que
controlan nuestra sociedad. A pesar de esto, se están preguntando
si esta es la vida que quieren vivir cuando a su vez estén físicamente
maduros para vivir la adultez.
Es por estas razones que pensamos que es necesario hacer germinar un
nuevo tipo de formación para los jóvenes. Concretamente,
pensamos en escuelas, espacios en donde podamos reflexionar acerca de
las preguntas esenciales de la vida. Escuelas en donde recuperemos la
capacidad de filosofar, de reflexionar desde nuestros cuerpos acerca
de qué es la realidad y cómo la representamos y la construimos
en nosotros mismos. En cierto sentido, este propósito va en una
dirección distinta a la actual reforma educativa que se vive
en el país, ya que ésta se orienta fundamentalmente a
desarrollar competencias para la vida, entendidas como la manera de
desarrollar en los educandos las capacidades para insertarse en una
sociedad productiva, como ciudadanos activos, pero en donde el Estado
y el capital determinan el tipo de currículo y establecen las
condiciones laborales y valóricas, sin la participación
de la gente que asume y vive las consecuencias del modelo económico
y social impuesto.
Nuestra intención es aportar una visión del ser humano
que puede, si quiere, enfrentar críticamente la maquinaria estatal
y los designios Del capital, crearse los espacios para desarrollar una
vida rica en espiritualidad, creación y afectos, desatar una
fuerza social y política con alto grado de autonomía e
inventar formas de autogestión, incluso económica, entre
otras cosas. Para ello, necesitamos plantearnos audazmente, sobre todo ante nuestros
compañeros.
Tiempo para la construcción de nuestros sueños
Una de los principales mitos -generados desde el sistema liberal- es
que "el tiempo es oro", nosotros sabemos que el tiempo es
un constructo humano y lo que le proponemos a nuestros compañeros
es que "es necesario entregar tiempo para la construcción
de nuestros sueños". Es por ello que decidimos convocar
a profesionales, artesanos, artistas, obreros, en definitiva a personas
que quieran aportar algo, no importa cual sea su oficio, a realizar
un trabajo social en el cual puedan implementar aquellas iniciativas
que en sus respectivas instituciones o trabajos no pueden realizar.
Muchos de nosotros trabajamos en el contexto de la oferta y la demanda,
en donde lo que hacemos -aunque lo hagamos muy bien y los productos
sean los mejores- pertenece al demandante, somos meros funcionarios
y tenemos muy poca ingerencia personal sobre el impacto social que ello
genera. Muchas veces, sobre todo en el mundo de las ciencias sociales,
establecemos relaciones con las personas y las organizaciones que no
podemos continuar porque los proyectos están limitados -por efectos
de su financiamiento- a un tiempo determinado.
Es así como el mercado y los demandantes, se apropian del espíritu
de nuestro trabajo. No somos dueños de lo que hacemos porque
trabajamos para los burócratas, que a su vez responden a los
lineamientos de las políticas globales acordadas por el gobierno
y el capital.
Pensamos que la única forma que tenemos de apropiarnos de lo
que hacemos y que esto se transforme en una acumulación social
y política, en manos de comunidades de personas organizadas por
un sentido colectivo, es que inventemos otros espacios en donde el trabajo
sea concebido como un acto de creación, un acto ético
y político.
Esta forma de trabajo la concebimos en directa relación con
las personas que viven y trabajan insertos en la base de la sociedad,
allí en donde están los trabajadores, los pobladores,
los niños y niñas de la calle. Pensamos que en la medida,
que utilicemos los conocimientos que nos entrega nuestra propia reflexión
acerca de la ciencia, la tecnología y el conocimiento epistemológico
para conectarnos con la vida de las personas que no tienen los recursos
para contratar nuestros servicios, o no están insertas en alguno
de los espacios que el Estado a generado para la participación
social, construiremos un conocimiento sobre nosotros mismos y generaremos
una fuerza social y cultural que nos permitirá convertirnos en
sujetos históricos, dueños de nuestra vida y destino.
A la conquista del mundo
Otro desafío importante, que comienza a tomar fuerza entre nosotros
dice relación con la trascendencia de nuestra realidad nacional,
con ir más allá de nuestras fronteras a conquistar amigos
y amigas en el mundo.
Hasta ahora, el financiamiento de los proyectos sociales en el país
ha estado vinculado al Estado o a la empresa privada. En los tiempos
de la dictadura, estos eran financiados por fundaciones o agencias internacionales
que invertían recursos para que en Chile sobrevivieran las instancias
o los enclaves democráticos, que posteriormente serían
los que producirían los intelectuales y los burócratas
que se hicieron cargo de la transición democrática. La
situación actual ha variado sustantivamente.
Los gobiernos de la concertación han hecho una alianza estratégica
con la mayoría de las organizaciones no gubernamentales (ONG),
y con ello el pensamiento crítico se ha moderado en detrimento
de la construcción de una fuerza social y política autónoma
de los partidos políticos y del sistema económico. Es
así como actualmente las ONG proveen habitualmente de técnicos
y tecnócratas al gobierno para diseñar, implementar y
evaluar "sus" políticas sociales.
Por otra parte, el gobierno de Chile, como todos los gobiernos de la
región, ha iniciado un complejo sistema de acuerdos y relaciones
políticas y comerciales con los países desarrollados y
de la región que determinan la política interna. Sabemos
que muchos de los indicadores de desarrollo son elaborados por los bancos
internacionales, que ejercen un poder y un control incuestionable sobre
la política económica oficial.
Los centros académicos y las universidades también se
han adaptado mayoritariamente a este nuevo contexto. Para ellos y ellas
vincularse a las políticas del Estado significa recursos y financiamiento
para cumplir con sus fines. Debido a ello es que los académicos
e investigadores -que representan la masa crítica del país-
han optado por refugiarse en ghettos, pequeñas universidades,
desde donde obtienen algún financiamiento para publicar sus trabajos
y difundir su pensamiento. Este último adquiere el carácter
de un pensamiento independiente, pero muchas veces sin un impacto social,
especialmente porque sus reflexiones no son convertidas en práctica
social, en acciones políticas.
La izquierda extraconcertacionista, por su parte, no ha sido capaz
de desarrollar un pensamiento alternativo al modelo social demócrata-demócrata
cristiano. Hay un vacío entre la reflexión política
y las acciones emprendidas por grupos autónomos desde la base
social.
Pero lo que nos interesa aquí es relevar el hecho de que el
modelo vigente se nutre de intelectuales, técnicos y burócratas
que se han formado -por lo menos los más importantes- en Europa
o los Estados Unidos. En el caso de los que se han formado en el país,
estos lo han hecho siguiendo los modelos oficiales para el sistema occidental.
De esta manera, el sistema ideológico es controlado por los partidos
políticos, la banca o el capital (el cual posee la propiedad
de la mayoría de los medios de comunicación y de las editoriales
del país).
Pareciera entonces que el sistema ideológico es inviolable.
Pero hemos descubierto que esto no es así. Si el principio de
que el trabajo es un acto creativo, ético y político funciona
para nosotros también debe funcionar para otros hombres y mujeres
en otras partes del mundo. Sabemos que en Europa hay intelectuales y
personas de todos los oficios que cuestionan su "maravilloso"
sistema, incluso a nivel político se habla del "tercer sector",
fenómeno que sería muy interesante de conocer en su extensión
y profundidad, pero para esto necesitamos contactarnos con personas
e instituciones no oficiales, que al igual que nosotros se están
levantando experiencias sociales y políticas alternativas a la
política oficial de sus respectivos Estados.
Parece imperativo, hoy día, buscar amigos y amigas en el mundo.
Gente con la cual poder conversar y compartir experiencias, personas
que han estado de una y otra manera vinculadas a nuestra historia. El
Internet ha sido un instrumento clave para este descubrimiento, experiencias
como las del movimiento zapatista en México, o la de los Okupa
en Europa, o la misma experiencia de los haker que han liberado innumerables
documentos e investigaciones científicas secretas que han representado
millones de pérdida para los laboratorios multinacionales en
beneficio de la humanidad, son algunos de los ejemplos que podemos señalar.
Pero el Internet es sólo un instrumento, los espacios comunes
y la conversación cara a cara es lo fundamental. Es de este modo
como podremos construir un nuevo tipo de conocimiento y nuevas formas
de organización social y políticas. Tenemos que juntarnos
en algún lugar Del mundo, una vez y muchas veces, armar redes,
generar plataformas comunes. No debemos olvidar que en el campo adversario
los poderosos si están organizados e imponen sus lineamientos
en todas partes del mundo.
En resumen
Hemos iniciado un camino complejo, en el cual la conversación
y el diálogo con el otro para la reconstrucción del mundo
es lo fundamental. Pero no debemos olvidar que el cómo lo hagamos
es esencial, porque aquí no se trata de buscar fórmulas
para las "masas". Precisamente queremos rescatar la originalidad
y la singularidad de la persona humana y de cada comunidad.
Tenemos todo el tiempo del mundo en la medida que nos vamos apropiando
de nuestras vidas. La pregunta que queremos responder es ¿para
qué quiero tiempo? ¿para vivir o morir? Si somos justos
diríamos que para las dos cosas. Lo importante es que estos dos
actos constitutivos de la especie tengan sentido para quién los
vive.
Mas también sabemos que las respuestas no las encontraremos
solos. Las preguntas y las respuestas las daremos con otros. Cuando
nos encontramos con los demás comenzamos a construir un mundo
basado en el respeto y el amor al prójimo, pero para ello necesitamos
descubrir cómo es el otro, cuál es su historia, cómo
se ha formado y no suponerlo, a partir de un rol, un oficio o una categoría
social. Si nos damos el tiempo para descubrir a los otros, nos descubriremos
a nosotros mismos en ese acto. Así sabremos quiénes somos,
de dónde venimos, a dónde queremos ir y con quiénes