Hace ya varios años, por allá por 1996, viajé por razones de trabajo a El Salvador, Centroamérica. Mi objetivo era visitar la comunidad Segundo Montes, en la provincia de Morazán.
El asunto parecía sencillo, había que evaluar a un grupo de escuelas, cinco en total, construidas por una comunidad retornada del exilio y observar la nivelación de los maestros con respecto al programa de formación oficial, auspiciado por la Universidad de Girona, de Cataluña, España.
Al Ministerio de Educación, le interesaba conocer el sistema educativo implantado en estos centros escolares por el Frente de Liberación Nacional Farabundo Martí (FLNFM); las autoridades habían aceptado su implantación gracias al acuerdo de paz entre la guerrilla y el gobierno. Los campesinos, luego de la guerra, habían conquistado el derecho de construir sus propias escuelas, a formar a sus propios maestros. El gobierno aceptó esto dentro de un paquete de medidas, pero impuso en cada una de estas escuelas a un director o directora, designado por el Ministerio de Educación.
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